Dolores de cabeza, estómago revuelto, insomnio, contracturas, fatiga crónica… A veces el cuerpo se queja, pero los análisis salen bien. ¿Qué está pasando? Tal vez sea una enfermedad psicosomática.
No significa que estés “imaginando” los síntomas, ni que sea “todo mental”. Lo que ocurre es que el cuerpo y la mente están tan conectados que el malestar emocional puede manifestarse físicamente.
El estrés, la angustia, la ira contenida o el miedo pueden alterar el sistema nervioso, inmunológico o digestivo. Y si no se expresan emocionalmente, buscan salida por otro canal: el cuerpo.
Muchas veces cargamos tensiones por años sin darnos cuenta. Hasta que aparece un síntoma, y el cuerpo “grita” lo que no pudimos decir. Por eso se dice que el cuerpo habla lo que la boca calla.
Tratar estos síntomas solo con medicina tradicional puede no ser suficiente. Es importante sumar herramientas que trabajen la parte emocional: terapia, escritura, meditación, expresión corporal, arte, etc.
No todo síntoma es psicosomático, claro. Pero cuando lo es, el alivio aparece al escuchar el mensaje detrás del dolor, en lugar de solo taparlo. Porque a veces, sanar es también aprender a sentir.



